En Mayo de este año (2023), se cumplen diez años desde que empecé a escribir en este blog. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo.
No recuerdo qué fue lo que me motivó a crear este espacio, pero me alegra mucho haberlo hecho. Hay tres razones por las que encuentro bastante valioso el escribir mis pensamientos sobre diversos temas en los que me interesa ahondar y expresar mi opinión.
A continuación te dejo esas tres razones:
Para pensar
Escribir no tiene mucha ciencia. Solo tienes que tomar un lápiz o pluma, una hoja de papel o incluso puedes usar un dispositivo electrónico como un smartphone o una tablet y cualquier pensamiento que se te cruce por la cabeza lo puedes plasmar en texto. En cambio escribir con claridad no es tan sencillo como suena, para lograrlo necesitas pensar detenidamente en las palabras que vas a usar y cómo combinarlas para que el mensaje sea claro y en ocasiones, si es necesario, conciso.
Cada vez que tengo una idea para un nuevo post en mi cabeza, suena genial al principio y me siento como si con tan solo sentarme a escribir va a salir un texto increíble, pero conforme tecleo me doy cuenta de que tal vez no está tan bien estructurado como parecía concebirse en mis pensamientos.
El día que leí que David Perell, un escritor y ensayista, dijo que “escribir equivale a pensar” fue cuando realmente me di cuenta de que en efecto, escribir tus pensamientos te ayuda a darles orden y coherencia.
Para algunos podrá ser bastante obvio todo esto, pero fuí consciente de la gran ventaja que representa escribir a la hora de organizar tus pensamientos gracias a haber leído eso que escribió David Perell, y más si es algo que vas a compartir con otras personas, como sucede con estos posts. Eso también cambió mi perspectiva con este blog, ahora escribir aquí es un proceso no solo para desahogar mis pensamientos sino para también darles orden.
Para recordar
Si vas a la página de Artículos del blog, puedes encontrar tres posts del 2013, justamente en ese año escribí uno que titulé El sentido de la vida. En ese post escribí sobre el día que Daniel, uno de mis mejores amigos, le preguntó a Siri, a modo de broma, sobre el sentido de la vida y de cómo nos sorprendió la respuesta que nos dió.
En aquel entonces lo escribí porque nos agarró por sorpresa la respuesta de Siri (si quieres saber la respuesta, dale clic al enlace del párrafo de arriba) y quería dejar un registro de eso. Ahora que ya pasaron varios años de aquél día, vuelvo a leer el post y recuerdo con nostalgia no solo ese momento en específico del que escribí, sino también un poco de la época de mi vida y el contexto que la rodeaba.
Poder usar lo que aquí escribo como pequeños puntos de guardado de mis pensamientos (“checkpoints”, como en los videojuegos) fue algo de lo que me di cuenta cuando me ponía a leer algunos de los viejos posts. Definitivamente no era consciente de esta “ventaja” desde que inicié con el blog, pero ahora que sí lo tengo en cuenta, lo he tomado a mi favor para escribir con mayor dedicación y empeño.
Para compartir
Cuando encuentro un post de algún blog que me parece interesante y encuentro algo de valor en él, suelo compartirlo con alguien que pueda compartir el mismo interés sobre ese tema, a veces con la intención de conocer la opinión de esa persona y otras veces simplemente por compartir algo que me parece que más personas deberían leer.
No sé si realmente aplique para todos los posts que alguna vez he leído y compartido, pero me gustaría pensar que la persona que publicó esos textos tenía la necesidad de expresarse y compartir su opinión con el mundo, tal vez incluso con la intención de aplicar los dos puntos anteriores que ya mencioné.
Justamente con eso en mente es que escribo en este blog. No lo hago por un sentimiento arrogante que me hace pensar que soy un genio o un gran filósofo que escribe las verdades más grandes del universo. No. Lo hago porque así como alguna vez sucedió con lo que escribieron personas como Ali Abdaal, David Heinemeier Hansson, Jason Fried, entre otros de una larga lista de escritores que sigo, provocaron en mí reacciones como: “¡Ah! no lo había visto de esa manera”. Puede que alguien también tenga esos momentos con alguna de mis publicaciones y decida hacer lo mismo que yo hago: compartirlo con alguien más porque le pareció interesante.